Llegamos al final del primer trimestre con estas semanas de adviento en las que preparar nuestro corazón para Navidad y, en esa preparación, el lema de este curso, Escucha, nos ha puesto en disposición de abrir no sólo nuestros oídos y poner atención en lo que oímos desde fuera sino también lo que escuchamos desde el corazón a través de nuestra sensibilidad.
En este 2021 que va terminando seguramente ha habido muchos momentos en los que esa sensibilidad ha estado más presente por lo que nos haya tocado vivir: ver de cerca la realidad de la enfermedad e incluso de la pérdida, sentirnos vulnerables o ver esa vulnerabilidad en los demás. Justo desde ahí, dese esa vulnerabilidad, nos hacemos más sensibles a la realidad de los otros, de nuestros hermanos y hermanas.
Celebrar el nacimiento de Jesús, que nace en el lugar más desangelado (un portal donde se guardan los animales), nos habla de encontrarlo en lo sencillo, en lo más profundo de nuestro corazón, donde realmente podemos ser capaces de escuchar que estamos llamados a cuidarnos y sostenernos unos a otros. Su experiencia de Dios como un Padre bueno que cuida, protege y ama, se convierte en testimonio de que somos hermanos y no podemos ser indiferentes a lo que les sucede a los demás. Si unimos estas dos experiencias de Jesús a la vulnerabilidad que cualquiera podemos experimentar, nos pueden ayudar a escuchar cómo brota la fraternidad profunda, nuestra humanidad más real que nos acerca y nos pone en una relación, unos con otros, de cuidado y atención, palabras tan de moda que a veces no somos capaces de percibir en su sentido más profundo.
Deseamos que la preparación de estas semanas haciendo un belén entre gran parte de las familias del colegio y pensando en los que tienen menos recursos a la hora de colaborar en la recogida de alimentos y de llevar a casa la vela de la Luz del Sur que nos acompañará en la cena de Nochebuena no sean simples gestos o acciones temporales, sino que despierten en nosotros nuestra capacidad de ser sensibles.
Que Navidad sea un tiempo donde estar en contacto con esa sensibilidad, disfrutando de la gratuidad del amor de las personas que están a nuestro lado, generando una experiencia de hogar en la que somos nosotros mismos y permitimos que los demás también puedan ser; y que eso nos lleve a buscar esa forma de relación día a día desde nuestra humanidad más profunda.