Salimos a las 8:40 de la mañana para Ocero. El primer día después de haber estado varios horas muy divertidas en el autobús llegamos a Ponferrada donde visitamos el Castillo Templario para después seguir ruta hasta el Albergue Binatur. Nos recibieron estupendamente y guardamos las maletas en nuestros “barracones”. Sin casi tener tiempo para descansar los monitores, Carol y Adrián, nos invitaron a hacer una yincana, una par de juegos de agua, porque hacía bastante calor, y luego… piscina.. La brisa comenzó a correr y nos fuimos a preparar para cenar y para la velada de la noche. Las comidas constaban de primer plato, segundo plato y postre, que estuvieron siempre deliciosas. Al acabar de cenar recogimos nuestro plato y nos dejaron un rato el móvil (creí que no íbamos a poder estar sin el móvil pero nos llevamos una grata sorpresa). El no tener el móvil durante casi todo el tiempo hizo que estuviéramos más atentos y centrados en los compañeros y en las actividades. La velada de la noche consistió en jugar al escondite por todo el espacio del albergue, con linternas.. todo a oscuras… o si no querías participar, podías jugar al fútbolín, al ping pong o al billar. A las 24:00 fuimos por fin a descansar, que nos hacía falta.
Por la mañana nos despertaron con música a todo volumen, creo que nunca escuché a Rosalía tan cerca.. Nos cambiamos y bajamos a tomar el desayuno y ya después de eso hicimos una senda donde íbamos buscando diferentes pistas para así concienciarnos sobre el daño que le hacemos a la naturaleza. Esto nos hizo reflexionar y sentir que está en nuestras manos su cuidado. En la actividad nos dieron algunos consejos para así no seguir haciéndole daño. Al acabar de comer jugamos al paintball, aunque no estaba programado, pero disfrutamos mucho, hicimos un recorrido por unas plataformas de árboles para llegar a una tirolina y más tarde escalamos por un rocódromo. También hicimos tiro con arco, algunos tenían más puntería que otros, pero todos nos lo pasamos bien y también estuvimos en una especie de rodillo sobre el agua que ponía un poco a prueba nuestro equilibrio y como íbamos de dos en dos pasábamos más tiempo riéndonos por las caídas, que de pie.
Al terminar la cena y el rato de móvil hicimos un karaoke y jugamos un pequeño torneo de futbolín como despedida. Al despertar desayunamos, recogimos nuestras cosas y nos subimos al autobús para ir a Las Médulas. Al llegar hicimos una ruta preciosa, caminando entre árboles centenarios que en algunos momentos parecían salidos de una película, que no llevó al mirador. Al bajar fuimos al Lago de Carucedo a comer para luego subirnos al autobús para volver a casa
Llegamos muy cansados, pero también, con ganas de repetir esta experiencia ya que estuvo cargada de actividades y muchas emociones..
María Lamas